lunes, 8 de octubre de 2012

Soundtrack


Y es que la vida sí tiene soundtrack. Solo basta abrir los oídos, y encontrarán que en cada esquina hay música sintonizando a la perfección.

Situacion 1. En la puerta de una pizzería sobre Callao junto a dos amigos me encontraba en una ferviente conversación política, vale aclarar que yo escuchaba atenta, dado que me cuesta tomar partido. Pero volviendo, ahí estábamos los tres, en una noche a punto de explotar en agua, 3 de la mañana, fumando un ultimo cigarrillo, y con la sensación pesada de que lo que hay que hacer es demasiado si se quiere cambiar algo, cuando un taxista que había frenado a comer en su rato libre, abrió la puerta del vehiculo y subiendo el volumen a lo que su equipo daba, dejo invadir la noche céntrica que moria con un esperanzador “ we are the world, we are the children, we are the ones to make a better place so lets start living…”. Los tres giramos las cabezas, sonreímos, y en silencio, sin decir una palabra, nos despedimos.

Situacion 2. No muy concreta, pero basta caminar por la avenida Corrientes, para dejar que un tango o algún ritmo latino proveniente de alguna disquería o librería, invada la atmosfera densa de un día cualquiera en la ciudad.

Situacion 3. Manejaba con un disco de Fito sonando tímidamente. Delante, un atardecer que la panamericana sabe pintar mejor que cualquier Van Gogh o Picasso y de pronto, en el momento en que Al lado del Camino se torna orgásmica, una familia de pajaros atravesaba el naranja del cielo. Me animo a decir que una lagrima estuvo a punto de escaparse de mis ojos, y que el corazón casi se me escapa por la ventana por la organización perfecta del momento.

Abri los oídos, abri la percepción, y déjate sintonizar por la música. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Lección de un padre


No, no llores por favor, que no puedo soportarlo.
Escuchame atento sin hablar, no preguntes, no interrumpas.
Garda el dolor adentro y en el fondo. No, no llores ya te dije. Ves que sos desobediente.
 Escuchame bien cuando te hablo, soy mayor y entiendo más.
El dolor es para el débil, la emoción para el marica.
Mantenete firme y  grueso, no te muestres, no te expongas. Mantenete guardadito, calladito, derechito.
Tampoco grites ni te entregues, que el que entrega sale herido. Reservate, asegúrate, amurallate, encarcelate. Ahí dentro estas seguro, ahí dentro entre tus muros.
Sonrei y levantate. No permitas que te encuentren. Entregarse es para el débil, protegerse para el fuerte.
No, no llores por favor, que no puedo soportarlo. Pareces un mariquita, pareces una nenita.
Si estas triste, refugiate, y llora en silencio y lejos.
No te olvides que soy grande, no te olvides que soy tu padre.

viernes, 10 de agosto de 2012

Puentes


Es un momento en que mis ojos encuentran los tuyos y una sensación de desnudez me invade entera. Y ahí en el libro de tus ojos leo el alma que se muestra.
Un puente se levanta y va de uno a otro con la fuerza de un gigante, un gigante manso, un gigante tierno.
Y es asi, el presente se hace eterno, y se deja de pensar por un instante.

Y en esos segundos en donde las miradas se congelan y construyen paraísos, te veo niño, te veo manso, te veo frágil.

Me ves expuesta, me ves entera, sin armaduras, sin pretensiones.
Solo mirarte me basta. Solo mirarte querría por lo que pudiera durar un día.
Es que ahí lo encuentro todo, un refugio, una guarida, un descanso.

En el momento justo en que mi espíritu llega al tuyo y le tiende la mano amiga. Y en el que el tuyo decide aferrarse sin prejuicios, sin temores. Es tan solo un instante en que te veo más cerca que nunca, más presente y verdadero.
Pero entonces sin preguntarme este puente se derrumba. Por no estar fuerte y seguro, por estar temeroso y vulnerable. Vuelve tu parte al cuerpo y la mía queda expuesta, ahí en medio del tumulto entre perdida y dolorida. Y es que tu alma añora la carne, y allí es presa de tu mente, esclavizada ante los miedos de pensarla libre y fuerte.

Vuelve uno a sus quehaceres, y a sus días cotidianos, olvidando que hubo un día en que tu alma se supo alegre, y que un puente inquieto y tierno unió tu mirada con la mía.

viernes, 3 de agosto de 2012

En verdad estamos solos


Y en verdad estamos solos.

Es asi. Y no hay más.
Solos desde adentro.

Solos, decorados desde afuera por aquellos que acompañan.

Solos atravesando la miseria de vivir,

Solos transitando el placer de vivir,
Solos delirando en la locura de vivir.

Solos, acompañados por quienes solos se convencen que no.
Fumigando día a día nuestra casa

Que descuidada es invadida.

Por no ver, por no querer alzar la vista,
Por negar la realidad,

De que en dulce soledad damos los pasos.
Decoración vital la del afuera que colorea el panorama.

Decoración que peligra la conciencia,
Guerreros solitarios,

Guerreros al fin.
Guerreros delirando en el delirio de vivir.

sábado, 7 de julio de 2012

La Mujer Target


Siempre lamenté no ser ese tipo de mujer.
Hay veces, muchas veces que me dan ganas de serlo.
Son esas que en una reunión social se quedan calladas, en su asiento, con sonrisa y mirada liviana.
Nunca fui de esas, y las envidio un poco. Solo un poco. A veces.
Son esas mujeres que eligen un licor de melón o gancia antes que una cerveza o fernet, no fuman, y sus movimientos son delicados, femeninos, pero femeninos a la antigua. Una femineidad que no comparto, pero que envidio.
Simples en su ropa, suelen llevar el pelo liso, largo, sin vueltas, sin cortes rebeldes, nada de flequillo, nada de colores raros, nada de nada, nada.
Y no es una crítica ni una ofensiva, es una simple observación.
Estas mujeres son la mujer “target” de todo tipo de hombre. TODO tipo de hombre. Rugbiers, hippies, fumones, rockeros, médicos, artistas. Todos caen siempre en el abismo de volver a lo simple, a lo básico. Se ven encantados por ellas. Después quizá experimenten otras cosas, pero en el curriculum de todo hombre, siempre están. Cuando pensaste que era un tipo original y rebelde, lo ves mirándola embobado.
Seguramente estudie algo como ciencias de la educación o psicopedagogía. Quizá enfermería.
Pueden morir de amor por alguno, pero nunca van a dejárselo saber, no hasta que él se acerque, no hasta que él haga el primero movimiento. Y ahí está el poder que tienen sobre ellos. Este misterio que les genera, esta sonrisa que atrás parece esconder tantas cosas. Son como tesoros enterrados y todos quieren ser quien lo encuentre. El que lo hace, sale victorioso y orgulloso del combate.
Ahí las veo, calladas, sin hacer esfuerzo, o tal vez haciendo demasiado, en su lugar, perfectas.
Y ahí me veo desde afuera, gritando, dejando que el alcohol de a poco surja efecto en mí y los modales que me quedan, fumando, con la media seguramente corrida, y el pelo ya inflado.
Las miro, y pienso… y por un segundo las imito, hasta que una canción que suena de fondo me arrastra  y enloquecida comienzo a bailar fuera de mí.
Ellas se levantan, y comienzan a moverse hipnóticamente, con delicadeza y con sutiles pasos que los hacen delirar.
Vuelvo a pensar y envidiar profundamente su estilo.
Recuerdo que a los 14 hice mi primera declaración de amor. Pobrecita, ya había arrancado mal. Nadie me había dicho que eso no valía.

lunes, 2 de julio de 2012

Dos en la ciudad


Ella llevaba su jean gastado y un buzo, simple como siempre.
Él sus anteojos de marco negro.
Se vieron, se sonrieron y el tiempo y la distancia se dilataron en un segundo. Se sentaron. Pidieron una cerveza.
 Por minutos se observaron cautelosamente para ver si el tiempo los había cambiado, y sin decir una palabra él la besó. Así quedaron atados por un tiempo que parecía eternizarse.
Él quiso preguntar algo, pero ella con una mirada lo silenció. No era el momento. No ahora. Por favor. No ahora. Disfrutemos, decían sus ojos. No te vayas, suplicaban los de él.
Se separaron, y esa magia romántica los mantuvo magnetizados. De fondo un partido de futbol y una voz que eufórica relataba un gol.
Más acá, el silencio profundo, tiempo congelado en un beso. Ambos tomaron de su vaso sin despegar la mirada del otro. Un fino hilo como un puente corría de uno a otro.
Otro beso. Esta vez de los labios de ella. El frío de la bebida los sacudió. Minutos infinitos. Otro gol en la pantalla.
Sin decir una palabra se pararon dejando sus botellas a medio tomar. Ella lo siguió y antes de siquiera salir otro beso los imantó. Esta vez más brusco, más desesperado, más necesitado. Ella tomó su mano.
-Hola
-Hola
Se miraron a punto de agonizar.
Él quería hacer mil preguntas. Esta vez era él. Pero la urgencia, la urgencia y esos amenazantes ojos no lo dejaban.
Caminaron como suspendidos unas cuadras hasta llegar a una puerta donde se detuvieron.
Él la sostuvo de la cintura con miedo a que escapara y desapareciera y la besó.
Una lágrima corrió por su mejilla mientras él la sostenía.
De vuelta esos ojos violentos que lo callaban.
Acorralados por sus miedos, hipnotizados, cegados, subieron.
La noche cayendo detrás, y la luna que buscaba su lugar entre nubes. La luna que asomaba con su brillo e iluminaba el cuarto a través de la ventana.
No podían más que mirarse, como si no creyeran en el momento. Minutos. Minutos. Y sus ojos. Solo sus ojos.
-Ya había dejado de esperarte.
Ella se acerco y lo acarició. Con una suave caricia lo tuvo entero. Y suave fue la brisa que celosa entró.
La tomó y volvió a besarla. El contacto con sus labios lo perdió, y creyó entender la vida y la existencia en ese instante. Solo en ese instante en que sus labios fueron uno. Sus cuerpos buscaban fundirse, empalagarse. Y todo era la nada. Insaciables, enloquecidos. Se elevaron y trascendieron todo suelo. Se dejaron vencer por el delirio y se volcaron en el otro.

El sol de la mañana se mezclaba entre las sabanas. Dio media vuelta y busco sus ojos. Pero en su lugar una nota. Un papel escrito con el dolor de la partida. Leyó.
-No puedo.
Desahuciado, entre perdido y aterrado se mantuvo en silencio, sosteniendo la nota. Repitiendo esas palabras para sí, viendo si al nombrarlas podía cambiarlas, o al menos entenderlas. No puedo. No puedo. No puedo.
Miró por la ventana, a ver si alcanzaba a ver sus pasos. Al acercarse solo vió el vacío del domingo en las calles, y un silencio aterrador que lo aturdió.
No puedo… no puedo… no puedo…
-Miedo a la felicidad. Miedo a sentirte viva. Parece que el tiempo no lo cambió. No podés. No querés.
Gritó por la ventana pensando que quizá lo escucharía.
-Miedo a la felicidad. No podés. No podés… nunca pudiste.
Lloró como un niño, y como un niño se envolvió en las sábanas deseando encontrar escondidas entre ellas su mano, sus labios, sus ojos.
-No podés.

miércoles, 27 de junio de 2012

Barrios eran los de antes



Como Susana madruga todos los días y se calza el joggin para barrer y baldear la vereda de su casa, Paula madruga todas las mañanas y se calza la calza para encontrarse con David, su personal trainer, en la vereda de su casa y realizar su rutina de gimnasia por las calles de San Isidoro, desfilando su escote y escultural cuerpo durante una hs o dos.
Susana camina hacia la panaderia para conseguir el pan casero de Doña Elvita y disfruta del mate de las 10.00.
Paulita se monta en su hilux negra de vidrios polarizados para disfrutar del café de las 10.00 junto a Helenita en su deli preferido de San Isidoro,
Ambas mantienen una tendida charla con sus respectivas acompañantes.
Susana, con los ojos iluminados de emoción, charla con Elvita acerca de su nieta Francisca, y de la posibilidad de descansar unos dias en familia en las costas de San Beto.
Paula y Helenita mantienen una competencia silenciosa, hablando de cuán espléndidos son sus hijos, y lo  maravilladas que están con el funcionamiento del Cardenal Newboys, colegio al que mandan a Faustino y Faustiniano, sus respectivos tesoros.
Susana está preocupada por la salud de Héctor, su marido. Paulita está preocupada por que este año no podrá vacacionar en Punta Celeste, pero prefiere no comentarlo con su amiga.
Después de acomodar los ruleros en su cabeza, Susana prepara con dedicación una receta para su nieta e hijos que hoy la visitan.
En la peluqueria de San Isidoro, Paula religiosamente como cada semana extiende sus manos frente a la mujer que le arregla las uñas, al mismo tiempo que por detrás alguien nutre, colorea y le adorna el pelo. Entre medio, interrumpe para hablar con Dorita y decirle que busque a Faustino en el colegio, ya que ella tiene clase de yoga energética rejuvenecedora y no llega.
El barrio donde vive Susana es tranquilo, silencioso y amigable. Oscar atiende la verduleria que cierra obligatoriamente a la tarde para descansar, y el Señor Gutierrez, si bien no muy sonriente pero atento, es dueño de la libreria de la esquina que Susana frecuenta cuando su nieta llega de visita.
San Isidoro es tranquilo y silencioso gracias a las armas que portan los guardias de seguridad que se extienden a lo largo de todas las esquinas. Paulita esta tranquila, sabe que está segura entre estos hombres uniformados.
Susana espera la llega de Héctor con un delicioso plato casero y una sonrisa contenedora.
Paulita todavía no volvió a casa, pero Dorita ya preparó un plato exquisito.

Y uno pensaba que barrios eran los de antes...

Crónica de una primer salida



Eran las ocho y media y todavía no había llegado. Me dijo que me buscaba a las ocho, todavía no había motivo para desesperar.
Me quedé mirando por la ventana, hasta que ví un auto estacionarse y lo reconocí. Sin que tuviera tiempo de tocar el timbre o llamarme, salgo a la puerta.
-Hola! estaba mirando por la ventana y te ví, como dijiste que venías a las ocho y son las ocho y media me quedé esperando. Como andás?
Lo conocí en una fiesta. Yo había tomado de más por lo que consideraba esta la primera vez que nos veíamos.
-Ahora con el tema del Blackberry ni un llamadito no? Un mensaje y estamos... Pero todo bien, estoy con ganas de divertirme y pasarla bien... a dónde vamos? Por favor nada de esos restaurantes donde te cobran 70$ por un plato al que comúnmente llamamos milanesa con puré.
Me había dado cuenta que al pobre chico no lo había dejado ni hablar...
-Uy perdón, no paré de hablar... ando muy verborrajica últimamente, pero bueno, soy así, de última nos volveremos más temprano con la excusa de que tenés un cumpleaños...
Arrancó el auto y Drexler sonaba en la radio. En el viaje nos reímos un poco de la fiesta, claramente él estaba en la misma, pero en cinco minutos recopilamos la información necesaria para recordar todo.
- Sí, te digo que cuando te me acercaste me pareciste medio goma. Tengo ciertos prejuicios que me imposibilitan relacionarme con algunas personas... si sos del Newman o Rugbier, ya pienso que sos un boludo... medio loco porque mis mejores amigos son del Newman, las contradicciones de la vida no? Pero bueno, lo estoy tratando con la pscicóloga.
Paró el auto y entramos a un restaurancito que no conocía. Sencillo, con onda, y una bandita medio salsera que le ponía música al ambiente. Nos acomodamos, y pedimos la comida, yo me pedí fideos. Si, si, fideos.
-Eso de que en una primer salida los fideos son el peor enemigo me rompe las pelotas. Qué pasa si me mancho toda la boca o me queda una colgando, te vas a levantar o algo? Digo no, la gente vivie con muchos traumas, agarrás la servilleta y listo. Tanto quilombo. Como si el otro nunca se manchara. Si te gustan los fideos, comé fideos.
Él me miraba absorto por alguna razón, pero se reía y seguía la conversación.
Pasó el rato, la comida muy rica y la charla muy divertida.
Al rededor de las once, la banda empezó a arengar, pero la gente tímida seguia en sus asientos. No dudé un segundo, lo agarré del brazo y lo llevé al medio conmigo.
-Se vive con muchas barreras, mirá toda esta gente sentada aburrida, muriendóse de ganas de bailar pero esta energia misteriosa que llamamos verguenza los retiene. Qué pasa, qué problema hay, realmente no lo entiendo, la gente no sabe divertirse.
Mientras tanto el me hacía girar y me divertía con sus movimientos improvisados.
Pasamos un rato así bailando cada vez más sueltos, y entonces me acerqué y le dí un beso. Eso de que tiene que ser el hombre el que avance nunca lo compartí, pero bueno a veces uno se adapta al sistema y se deja llevar. Hoy no.
-Perdonáme si te hice sentir menos hombre, pero tarde o temprano iba a pasar no? Va, yo tenía ganas y me pintó...
Se hicieron las tres y ya cansados decidimos volver. La vuelta fue silenciosa pero agradable. Drexler seguía de fondo y no había necesidad de decir nada. Llegamos a la puerta de casa.
-Che, todo bien eh, yo la pase muy bien hoy pero relajá. No tenes que desenvolver el speech de que me vas a llamar y eso... digo, si tenés ganas llamame, pero yo estoy tranquila, no te sientas presionado a decirlo... Gracias, estuvo muy divertido!
Un último beso y me bajé...

Eran las ocho y media y todavía no había llegado. Me dijo que me buscaba a las ocho, todavía no había motivo para desesperar.
Me quedé mirando por la ventana, hasta que ví un auto estacionarse y lo reconocí. 
Esperé a que llamara un par de veces, no daba salir tan rápido y que pensara que lo esperaba como loca. 
-Perdonáme, estaba tirada viendo TV y no tenía el celular encima.
Lo saludé friamente y vestida como para irme a un casamiento me subí al auto, esperando que el se hiciera cargo de la situación. 



martes, 26 de junio de 2012

Los testigos


Jacinta no se destacaba por su devoción católica. Ni cerca.
Había dejado de creer hace tiempo, y no solo eso, sino que se dedicaba a refutar y contradecir todo tipo de argumento que incluyera la palabra fe, jesus, la virgen y pecado. Un poco por diversión, otro poco por verdadera creencia.
Lugar en donde se hablaba de religión, lugar donde Jacinta estaría eufórica declamando volver a la verdadera naturaleza del hombre, camino que no encontraba en el catolicismo ni en ninguna otra corriente religiosa.
Cielo o infierno, bien o mal, mi cruz, tu cruz, nuestras cruces…
Donde no hay más respuestas hay fé…
Mentiras que la habían cansado y que hoy al escucharlas despertaban al mounstro que habitaba adentro de ella.
En fin. Jacinta vivía alegremente sin la mochila de la fe, las cruces y sus primas.

Un día descansando entre las quebradas de Jujuy, decidió viajar por el día a un pueblo cercano y tuvo la suerte – o no- de encontrar una cálida familia que la llevaria en su auto.
Madre, Padre e hijo y Jacinta viajaban en un fiat.  

Lindos paisajes, lindos colores, lindo aire… aire de Norte, y aire de quien no sabe donde se metió.
Esta cálida familia comenzó a interesarse, como cualquiera que lleva a una extraña en su auto, en la vida de Jacinta.
Pregunta va, pregunta viene, cosas cotidianes nomás, estudios, trabajo, familia… y pum… la pregunta… ¿crees en Dios?

-Si… si, creo en Dios? Ehm… bueno… es algo que no tengo muy definido todavía…

Y la puerta de bienvenida a estas tres personas, que con pitos y trompetas decidieron entrar.

No hace falta enunciar con exactitud el dialogo que en ese auto se sostuvo.
Devotos y más papistas que el papa, frase que me divierte mucho, estos tres testigos de alguien llamado Jheova, que ya no se si es Jesus, el primo o el hermano, atacaron a la pobre Jacinta con citas que poco le importaban. Trajeron a Juan, a Pedro y algunos mas que ella alguna vez había escuchado nombrar, y a la perfección recitaron unas lindas frases aprendidas de memoria que hablan de la vida, la muerte, el pecado y sus hermanas.
Por adentro, sus pilares temblaban.

-Tendrán razón… con todo lo que dicen, tantos número, nombres…

De esas personas que tienen mucha cháchara encima y son capaces de convencer al más escéptico.
Pero pronto volvió en sí y se repitió en silencio, Jacinta no caigas, no caigas, son charlatanes, vos no crees en esto, NO crees en esto… se fuerte, sonreí, asentí, y dales el gusto...
Fue tan así, que terminó por darle su mail a la mujer que en una gran improvisación que duró cuarenta minutos le había dado semejante lección. La había himnotizado, y ella débil ante los encantos de esta señora que tanto ímpetu le había puesto a la charla, no pudo decir que no.

-Claro, tomá….
Escribilo mal, escribilo mal…. No, que hacés, no, no!!! No lo pongas… nooo… ese es el verdadero!!

Muy tarde… su mail estaba escrito a la perfección en el papel que ahora entregaba a la copiloto.

Al parecer nunca más la contactaron…
Quizá ese papel se perdió… quizá no vieron en ella una joven digna de sus enseñanzas morales y religiosas… por fortuna de Jacinta diría yo…

Lo que sí, Jacinta llego a destino, y con una linda historia en el bolsillo.

Hay quienes dicen que los encuentros no son casuales…
La realidad es que Jacinta sigue siendo la misma de siempre, y estas tres personas son para ella un recuerdo… una obra de teatro. 

Reflexión de una mañana en el tren




Por dia, miles y miles de personas usan el transporte público en Buenos Aires.
Por hora, innumerables situaciones inspiran a poetas y escritores, y millones de reflexiones podrian escribirse acerca de este fenómeno con ruedas que lleva al hombre a su máxima capacidad de expresión.
Esta es la mia...
Nueve de la mañana, hora pico. Uno se encuentra en la parada esperando que impaciencia que llegue, en uno de esos dias en los que viajar parada no es opción. Llega, y ahi estas frente a frente con la puerta que en cualquier momento se va a abrir. Al rededor, un grupo de personas... el de traje, la vieja, la embarazada, la del coche... Cague, pensas, la embarazada me caga el lugar, con la vieja me hago la tonta...
Interminables segundos te separan del placer de viajar en el asiento o de enfrentarte a cuarenta minutos de asfixia.
La puertas se abrieron, y sin que puedas pensarlo, el de traje, la vieja, la embarazada y la del coche se te metieron  por los costados dejandote inmóvil. Un poco de respeto, primero los que se bajan, respondes, solamente porque no fuiste lo suficientemente rápida y prepotente para hacer lo mismo. Una vez adentro visualizas al de traje sentado comodamente leyendo el diario, y para hacerle notar su falta incicias una guerra silenciosa con la mirada para que logre sentirse incómodo, pero en cambio este esboza una leve sonrisa que refleja el orgullo de su éxito y el placer de tu derrota. No te queda otra mas que apoyar tus cosas en el piso y con el vaibén del vehículo emprender viaje.
Igualmente, no todo esta perdido, queda un largo trecho y en cualquier momento se puede desocupar un asiento.
Próxima etapa: elaboración de hipótesis.
Mirás a los que están sentados: Una chica escucha música con los ojos entrecerrados y la boca entre abierta, cagaste, esta llega a retiro. Seguís. Esa con la maqueta se baja en Rivadavia, y la mujer empilachada en Martinez.
Ponés todas tus fichas en tu poder de presepción. Próxima estación, la próxima, y la próxima y todo sigue igual en tu zona. En cambio al lado, ya hubo triple rotación de lugares, entre ellos la embarazada y la vieja que ya se bajaron dejando lugar a otro. A no desesperar, en cualquier momento me toca.
De repente entre la multitud visualizás un respaldo sin cabeza y con velocidad encaras hacia alla, o por lo menos la velocidad que te permiten tu bolso de 70kg y los miles de pasajeros que se interponen entre el asiento y vos. Para tu sopresa, cuando llegas ves una criatura de no mas de 1.10 mts sentado, ocupando apenas centímetros del asiento, y quien seria su mamá, al lado. Claro, el nene tiene que ocupar un asiento porque esta muy cansado de jugaar, comer y VER DIBUJITOOOS!!!???
Ojo, atrás se bajó alguien! Pucha, lo perdiste, otra vez tu lentitid te jugó una mala pasada y una chica que estaba en la otra punta consiguio el trofeo.
El calor empieza a hacerse intolerable, porque claro, es verano pero este tren que dice ser nuevo, aparentemente no tiene aire, o esta roto... Empezás a sentir un sutil goteo en tu espalda... al costado, una vieja amigable te tose sin pudor... a tu izquierda una pareja hormonal se despide con un apasionante y ruidoso beso... linda manera de empezar la mañana...
Estás en Nuñez... seguís en Nuñez... si, si... seguís en Nuñez... el tren no arranco.
Por diez minutos el tren se convierte en un corral de vacas. Todos inmóviles esperan... de repente se escucha algo que podria ser una voz desde un alto parlante y con dificultad escuchas: Aisxkchkk pasajeros, disculpen las ncuqnbdgtrtt... vias del nchajduur... accidente cjcnnedicu demorado jcushwebci, muchas gracinxloocnbnekc.
La puta, otro pelotudo que se tiro... no podria hacerlo en una hora menos transitada... Por unos instantes las vacas siguen inmóviles hasta que un murmullo de puteadas en Argentino invaden el aire espeso del tren. Las puertas se abren y ahi avanza la manada, una tras otra, empujandose por la angosta puerta... no, la posibilidad de pasar de a una no existe, no si estas en Bs As... pero te acostumbrás y ahí estás atascada en la mitad pensando en que si hubieras salido 10 minutos antes de tu casa esto no te hubiera pasado, o que si el transporte en este país funcionara como corresponde, o que si la gente no decidiera tirarse a las viasdel tren a las 9.00 de la mañana cuando la mitad de la ciudad intenta empezar el día... pero es lo que hay, pensas.
Quizás mañana nadie se tire... quizás mañana me toque el tren con aire... un tren más vacio... quizás mañana...




Carta a Woody



Querido Señor Woody,

No tires esta carta por favor, por lo menos leela hasta el final.
Si, me encantaria ser parte de una de tus peliculas. Si, también se que no soy la única.
También se que no tengo nada especial que me destaque, no tengo ESA cualidad que estas buscando en una actriz, soy la tipica chica de san isidro de ojos claros y pelo castaño... no tengo cara rara, no tengo una mirada penetrante, no tengo nada que me diferencie de cualquier otra de las chicas que quiere trabajar con vos.
Quizas por eso merezca esta oportunidad, porque soy igual a todas y no me esfuerzo por ser particular.
No voy a decirte que conozco cada una de tus peliculas, si, vi muchas, muchas, pero no todas...
Tampoco voy a decirte que tengo mi estante lleno con tus libros y obras...
No se que dia naciste ni como se llama tu mamá...
No tengo mucha curiosidad por saber donde estudiaste o conocer cada una de tus paranoias,
Solo te pido que cuando te pases por Buenos Aires y busques una actriz pienses en mi.
No se como coño contactarte y me hablaron de una teoria que dice que hay solo 6 personas entre vos y yo,
todavia no las encontre y no se por donde empezar.

Muchas gracias,
Delfina.


Hoy almorcé en un bar.
Pasé por 3 mesas distintas hasta dar con esa que tuviera suficiente espacio entre sus pares para no sentirme ahogada, y a la que le llegara la cantidad de luz perfecta que genera ese calorcito agradable y le da brillo a la situación.
Cambié 3 veces la posición de mi silla hasta dar con la perfecta que me permitiera tener una visión general de la calle, y que al mismo tiempo no me generara la asfixia que otras me generan.
Agarré 3 sandwiches diferentes hasta decidirme por ese que fuera lo suficientemente llenador, lo razonablemente barato y me dejara sin culpa por ingerir algun ingrediente muy grasoso o extremadamente calórico.
Al subirme al colectivo, pasé por 3 asientos diferentes hasta llegar a ese individual que tiene la ventana amplia, y es lo suficientemente alto y espacioso para acortar el complejo de inferioridad que me genera mi humilde metro cincuenta y siete si agrego uno que otro.
Esto de buscar lo que realmente uno quiere en todo es agotador.


Ramona


Era un día como cualquier otro, y Ramona salió a caminar por la calle como de costumbre. Llevó consigo a Rosa, Azucena, y Dolores.
Ellas nunca la abandonaban.
Todos la tomaban por loca, pero Ramona era la más cuerda del barrio.
No intentaba pretender, ni simular, no conocia la palabra pudor, ni represión. No buscaba pertencer ni encajar. Simplemente ERA.
Pero claro, en el pueblo en el que vivia no se acostumbraba a tratar con gente como Ramona. De espíritu libre, sincera, y gozante de un matiz claroscuro como quien sabe conectarse con la dualidad de la vida. Es decir, no era histéricamente feliz, ni deprimentemente depresiva.
Hoy se había levantado con rayos. Es decir, hoy estaba felíz. Y cuando decidió salir, se vistió de rosa. Sacó a pasear su ser liviano, y lo llevó con orgullo. De sus pies se desprendian alas y su andar era volátil. Quienes se la cruzaban no podian no parar a mirarla. Había algo luminoso en ella que llamaba la atención y hacía que los transeúntes con dejo de envidia  (para no aceptar que se maravillaban) no pudieran evadir su presencia.
Ramona hace rato había perdido la vergüenza en este pueblo que tanto la había coartado. Hace rato había entendido el juego y sus reglas y había decidido jugarlo.
Sin embargo, en este pueblo eran pocos, para ser generoso, quienes lo jugaban con ella. Es por esta razón, que deambulaba por la calle sin rumbo, para gozar del sol, del aire y de la energía vital que danzaba junto a ella. El pueblo no pod;ia percibirla, para su fortuna, asi que sola la inspiraba.
Fue entonces que pensamiento tras pensamiento, y como quien recibe un golpe del más alla, su ser se colmó de pesadez. Dejó el vestido rosa, y vinieron tras ella los dolores. Esos que te atacan sin previo aviso y desconsideradamente. Así la sorprendieron y la invadieron. Pero Ramona los dejó ser, se vió inundada de una angustia inmensa, y esa misma calle perdió su brillo. Sin embargo, no luchó, sino que los abrazó y se unió a su bando. Esos dolores la transformaban por completo, su mirada se apagaba y esos mismos rayos permanecían intactos, pero desprendiendo todo esta tristeza que se arraiga al alma por verse a uno nadando en este mar caótico de desesperanza. Así siguió su rumbo, pero esta vez el deambular la desorientó, éste ya no tenia el sentido del sinsentido, sino que la aterrorizaba y perdía. Ésta misma gente esta vez no la miraba, la oscuridad que la invadía emanaba un misterio que quienes se la cruzaban preferian evitar. Verla era como enfrentarse cara a cara con el negro infinito de la tormenta, y los asustaba, ellos la preferían vestida de rosa. Este estado les generaba angustia y temor. Sin embargo Ramona lo llevaba sin problema, sin intentar desprenderse o desentenderse, se hacía cargo y así lo vestia enteramente. Llevaba sus dolores a flor de piel, y esto no le daba miedo. Lloraba como reía y sufría como gozaba.
Así caminó entonces vestida de dolores, oscura, intensa y desprendiendo esta angustia a cada paso.
Ésta vez, fue otra flecha la que la levantó. Sólo esta mirada que tenía en ella un poder embriagador logró despertar a Azucena de esta pesadilla. Eran los ojos negros de Alfonso que iluminaban su alma y la hacían explotar. Azucena encarnaba el alma insaciable de amor que Ramona tenía dentro. Porque Ramona era una romántica perdida, pero eran solo estos ojos quienes podían sacudirla, y era Azucena quien salía a dar batalla y degustarlo. Estos ojos profundos que la penetraban y daban con ese punto exacto en donde dos almas se encuentran. Y era solo con Alfonso con quien realmente sucedía la magia. Mirarlo era leerlo entero, desnudarlo, y así igual cuando él la miraba a ella. Cuando se encontraban el lenguaje del habla no les bastaba, no los saciaba, los encasillaba. Había algo más allá, mucho más allá, y más fuerte que las palabras, a las que hace tiempo habían abandonado entendiendo que con estas no lograban comunicarse. Había otro tipo de comunicación entre ellos que superaba cualquier abecedario, se amaban en secreto y a los gritos, se amaban desde adentro, y hacia fuera.
Él jugaba el mismo juego, él la entendía más que nadie, y ella se perdía con mirarlo.
Azucena salía seductora en busca del encuentro, sacaba a relucir toda esa belleza que la contenía, impulsada por lo que sentía, y estimulada por una fuerza mayor que se le presentaba cada vez que con esta presencia se encontraba. Era tranquila y mantenía una paz admirable. El contacto de estas dos almas contenía todo el equilibrio, era un puente que empezaba en ella y terminaba en él, y los dos disfrutaban de cruzarlo. De un lado a otro lo caminaban, lo transitaban y descansaban gustosos al llegar al otro lado. En el medio se encontraban y se dedicaban canciones.
Esta era Ramona, libre y entera. Viviendo cada momento con presente e intensidad. En el pueblo creen que esta loca por esta capacidad que tiene de mostrarse desnuda ante la vida, sin miedos, ni pudores, sin barreras, o limitaciones. Ramona llora, rie y cuando se enamora se entrega. Otras veces sale en compañía de otras. No tiene preferencias, sólo acepta su naturaleza y la lleva sin problemas. En el barrio creen que está loca, pero es las más cuerda de todas.

El Encuentro


-Buen día Señor. Hace mucho que lo buscaba.

(…)

-Veo que no pretende responder.

(…)

-Muy bien…
Queria decirle que estuvo molestando mucho tiempo y ya es hora de que se retire.

(…)

-Con que este es su juego. Muy bien, yo no voy a seguirlo.
Creo que ya paso mucho tiempo y hoy que por fin lo encuentro necesito decirle lo que pienso.

(…)

-Qué difícil me lo hace.
Tiene que saber que me hizo mucho mal. Digo, no se da cuenta, es así, piensa que no lo oigo, que no lo siento, pero usted es muy fuerte, por eso, es momento de que de media vuelta y se vaya. Lo digo con respeto, pero es necesario, asi puedo seguir con mi vida.

(…)

-Claro, que tonta, no va a responder. Muy bien, espero que este entendiendo lo que quiero decir. Por favor salga por esa puerta en silencio, como lo hizo siempre.

(…)

-Sigue ahí?  Señor?  Contesteme solo esto por favor, sigue ahí?
Vamos no me asuste, no me deje sola, solo conteste esta pregunta y no lo molesto más.

(…)

-Uy.

-Esto es así entonces.

-Señor, no… no me deje acá, tampoco para tanto… vamos vuelva…

-Señor…?

-Muy bien… adiós


Enormes maquinas abasallantes, que como adolescentes sin escrúpulos andan a paso firme e irrespetuoso.
Miedo a que me pisen, miedo a que me lleven puesta.
Ese aire de grandeza que les da la autoridad, que les permite andar sin miedo, sin mirar al costado, sin pensar en el de al lado.

Egocéntricas de cuatro patas que andan sin pensar.
Frenan sin mirar, y en la mitad a descansar.
Cual señoras elegantes que no miran para atras, solo adelante y su nariz,
luchando por sobrevivir.


Y entre medio de este caos, individuos sin descaro que caminan cual hormigas,
y entre medio de la guerra soldaditos desarmados que a su modo gritan frenen.
Que termine la tortura, y esta lucha de poderes,
que se acabe este ritual de entender quien es mas fuerte,
y este infierno de pisarnos, defendiendo nuestros pasos.